Cómo introducir el pescado y el huevo en la dieta del bebé

6 Nov 2023

El pescado y el huevo son dos alimentos de gran valor nutricional, pero requieren de una atención especial a la hora de introducirlos en la dieta del bebé, pues comportan un elevado riesgo de alergia. Veamos cómo ofrecérselos al bebé con todas las garantías de seguridad. 

El pescado y el huevo son alimentos muy ricos en nutrientes, pero son de los alimentos que más alergias causan, por lo que se debe tener precaución con ellos. Precisamente por esto, hasta hace unos años, se recomendaba retrasar su introducción en la dieta del bebé, pensando que, con ello, se podría prevenir el desarrollo de alergias.

Hoy en día, la evidencia ha demostrado que esta medida no solo no es efectiva, sino que incluso puede llegar a ser contraproducente. En consecuencia, los esquemas de introducción de alimentos complementarios a la leche han cambiado. Ahora, se impone un esquema más flexible, en el que alimentos potencialmente alergénicos, como el pescado y el huevo, se introducen al inicio de la alimentación complementaria, junto con el resto de alimentos.

¿Pero cuál es la mejor forma de ofrecer el pescado y el huevo al bebé? Veamos algunas recomendaciones para garantizar a los más pequeños todos los beneficios de estos alimentos con las máximas garantías de seguridad.

¿Cómo introducir el pescado en la dieta del bebé? 

  • El pescado es uno de los alimentos más sanos y nutritivos, y una fuente muy importante de proteínas. Sin embargo, comporta un riesgo bastante elevado de alergia. Por este motivo, en los esquemas tradicionales de introducción de alimentos complementarios a la leche, se recomendaba ofrecérselo al bebé a partir de los ocho o nueve meses, y siempre de forma gradual. 
  • No obstante, los esquemas actuales de alimentación permiten introducir el pescado en la dieta del bebé ya a partir de los seis meses, pues no se ha demostrado que retrasar su introducción pueda prevenir posibles alergias. 
  • Se puede empezar con los pescados blancos, más magros y más fáciles de limpiar, como el lenguado, la merluza y la pescadilla, pues tienen una textura y un sabor más suaves, y se reduce al mínimo el riesgo de que el pequeño se pueda atragantar con alguna espina.
  • Si hemos elegido iniciar la alimentación complementaria con purés, una buena forma de introducir el pescado es añadiendo a 200 gramos de puré de verduras un filetito de lenguado, por ejemplo, cocido al vapor durante 15 minutos, y, a continuación, ­desespinado y triturado. Como siempre, el aceite de oliva virgen ­extra es el complemento ideal.
  • Si optamos por el método Baby-Led Weaning para la introducción de alimentos, el pescado se le puede ofrecer al niño cortado en tiras o trozos, de manera que el pequeño pueda tomarlo con las manos y manipularlo fácilmente. 
  • ¿Qué cantidad de pescado se le puede ofrecer? Las raciones iniciales deberían ser de unos 25-50 gramos, para pasar a los 50-85 gramos por ración en los niños más mayorcitos.
  • Tras los primeros platos elaborados con pescado blanco, se puede empezar a introducir el pescado azul, dando prioridad a los de pequeño tamaño, como el boquerón, la sardina o la caballa, ya que tienen un bajo contenido en mercurio.
  • Es importante introducir los diferentes tipos de pescado poco a poco, de uno en uno, y dejando pasar unos días antes de introducir una nueva especie, con el fin de detectar una posible alergia.
  • El pescado ha de ser muy fresco, ya que es un alimento sumamente perecedero. Merece la pena recordar que el pescado congelado no tiene nada que envidiar al fresco en el aspecto nutritivo y, en muchas ocasiones, ofrece mayores garantías de seguridad higiénica.
  • Los crustáceos y el marisco no se deben introducir hasta el año y medio o más debido a su elevado contenido en tejido conectivo (el duro, que contiene las fibras musculares), que hace a estos alimentos difíciles de digerir.

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Beneficios del pescado: sus características nutricionales 

  • El pescado es una fuente muy rica de proteínas nobles, comparable a la carne, y es rico en minerales útiles como el fósforo y el yodo, un elemento muy importante para el funcionamiento de la glándula tiroides y para el crecimiento.
  • En cuanto a su digestibilidad, la carne del pescado es muy tierna, se mastica fácilmente y los jugos gástricos la digieren más deprisa.
  • Comparado con la carne, el pescado sale ganando en el aspecto de las grasas: están presentes, de media, en menor cantidad y son de una calidad distinta y mejor.
    Numerosos estudios han confirmado el papel positivo del consumo de pescado en el control del nivel de triglicéridos y de colesterol en la sangre, así como en la prevención de las enfermedades cardiovasculares. El motivo de esta acción beneficiosa parece residir en la composición específica de la grasa del pescado, rica en ácidos grasos de tipo Omega 3, muy beneficiosos para la salud.
  • Asimismo, se ha comprobado que el pescado ejerce una acción positiva sobre las plaquetas de la sangre, los pequeños componentes que llevan a cabo la coagulación. Las grasas del pescado reducen la tendencia de las plaquetas a aglutinarse alrededor de las placas de colesterol, evitando así que, con la edad, el paso de la sangre por las arterias se obstaculice.
  • Por último, merece la pena citar un estudio, publicado en la prestigiosa revista científica American Journal of Clinical Nutrition, rea­lizado con una muestra de 100,000 personas, según el cual una dieta rica en pescado desarrollaría una particular protección contra diferentes tipos de tumor, en concreto, los de la cavidad oral y la ­faringe, el esófago, el colon, el recto y el páncreas.

¿Cuáles son los mejores pescados para los niños?

Entre los pescados especialmente sanos y magros, que mejor se adaptan a la alimentación de los niños, encontramos:

  • El lenguado, delicado, bajo en grasas y muy práctico; una vez fileteado, no suele tener espinas.
  • La dorada, uno de los pescados más magros (contiene menos del 1% de grasas) y rico en proteínas.
  • La lubina, de carne tierna y nutritiva, sobre todo en los ejemplares de tamaño medio o pequeño.
  • La trucha, que es uno de los pescados más seguros, puesto que es especialmente sensible a la calidad de las aguas en las que habita, hasta el punto de que su presencia en los ríos se considera un indicativo de salud medioambiental.

En cambio, se debe evitar el pescado azul de gran tamaño, por los elevados niveles de mercurio que contiene. El mercurio es un metal muy tóxico para el organismo humano y se ha extendido progresivamente en el medio marino a causa de los vertidos industriales. Los peces depredadores, sobre todo los de gran tamaño, como el emperador, el atún rojo, el pez espada, el lucio o el tiburón, son los que muestran una mayor tendencia a la acumulación de este peligroso contaminante.

Por este motivo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) desaconseja el consumo de estas especies en mujeres embarazadas y en período de lactancia, así como en niños de hasta diez años, ya que su alto contenido en mercurio podría afectar al desarrollo del sistema nervioso central del feto y de los niños pequeños. Por lo que respecta a los niños de entre 10 y 14 años, la AESAN limita el consumo de estas especies a 120 gramos al mes.

Veamos un cuadro comparativo con las características nutricionales de las diferentes especies de pescado:

pescado caracteristicas nutricionales

 Guía para comprar el pescado fresco

Precisamente debido a la ternura de su carne, el pescado es uno de los alimentos que se altera más fácilmente, por lo que es muy importante comprobar su frescura antes de adquirirlo. Conozcamos algunos aspectos que debemos tener en cuenta:

  • La consistencia de la carne debe ser dura y elástica. Se puede comprobar apoyando un dedo encima y ejerciendo una ligera presión: la huella del dedo debe desaparecer casi instantáneamente.
  • El ojo del animal debe ser vivo, brillante, convexo y redondeado hacia el exterior. No tiene que mostrarse ni plano ni cóncavo. Algunos pescados, por ejemplo, la lubina, pueden presentar un cierto velo en el ojo después de su captura, sin por ello tener ningún problema.
  • La piel debe ser brillante y tersa, con las escamas perfectamente adheridas al cuerpo, aunque se pasen los dedos a “contraescama”. Asimismo, en el pescado fresco, toda la superficie del cuerpo está cubierta de una fina película de moco traslúcido.
  • Las branquias deben tener un color rojo o rosado y estar intactas, cerradas e inmersas en un moco transparente. El opérculo tiene que estar bien cerrado.
  • El vientre es la parte que primero se resiente de las posibles alteraciones, hinchándose o volviéndose flácido. Por el contrario, en el pescado fresco, debe ser turgente, íntegro y elástico.
  • El olor del pescado fresco es “de mar”: salino, salobre, tenue y no desagradable.
  • Las espinas y la cola no han de estar rotas ni desflecadas. A propósito de esto, es mejor desconfiar de los pescados que se venden sin cabeza y sin espinas: en muchas ocasiones, este tratamiento sirve para reciclar el pescado poco fresco o que no está en muy buenas condiciones.

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¿Cómo introducir el huevo en la dieta del bebé?

  • El huevo es un alimento muy valioso, pero comporta un elevado riesgo de alergia. Por este motivo, hasta hace poco, no se recomendaba ofrecérselo al niño antes de los diez meses, empezando por la yema, que es la parte que menos alergia genera, y terminando con la clara, cuando el niño ya ha cumplido el primer año de vida.
  • Sin embargo, se ha demostrado que retrasar la introducción del huevo no es una medida eficaz para prevenir una posible alergia. Al contrario, según la SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica), parece ser que la introducción precoz del huevo ayuda a prevenir el desarrollo de una alergia en un futuro. Por lo tanto, el huevo se puede ofrecer ya desde el inicio de la alimentación complementaria, a partir de los seis meses.
  • Asimismo, en la actualidad, tampoco hay evidencia de que sea necesario separar la yema de la clara, sobre todo si en la familia no existe ningún antecedente de alergia al huevo. Lo importante es ofrecérselo poco a poco, sin mezclarlo con alimentos nuevos, con el fin de detectar o descartar más fácilmente si el pequeño es alérgico o no a este alimento.
  • Eso sí, el huevo siempre debe estar muy bien cocido, para evitar posibles problemas de intoxicación por salmonela u otros microorganismos. Por lo tanto, habrá que esperar hasta los dos o tres años para dar al niño un huevo frito o preparaciones caseras de salsas elaboradas con huevo crudo, como la mayonesa.  
  • ¿Cómo se puede ofrecer el huevo al bebé? Podemos cocer el huevo, triturarlo y añadirlo al puré de verduras. El puré con huevo se puede dar al niño dos o tres veces por semana; el día que se le ofrezca, no se debe añadir ningún otro tipo de proteína al puré; es decir, ni carne ni pescado, solo huevo.
  • Si seguimos el método Baby-Led Weaning, podemos ofrecer al niño, por ejemplo, un huevo duro bien hecho cortado en gajos, una tortilla muy bien cuajada cortada en tiras o también en forma de revuelto, siempre muy bien cocinado.

El huevo, un alimento con un alto valor nutricional

  • El principal valor del huevo está relacionado con su riqueza en proteínas; no solo están presentes en una cantidad elevada, sino que las proteínas del huevo son las que tienen un mayor valor biológico, es decir, las que el organismo es capaz de asimilar y utilizar mejor, más aún que las proteínas de la leche y de la carne.
  • Mientras que la clara es un concentrado de sustancias proteínicas prácticamente libre de grasas, la yema también es rica en sustancias grasas. No obstante, cabe señalar que, al contrario de lo que se suele pensar, las grasas de la yema son mayoritariamente de tipo insaturado, mientras que las saturadas, responsables del aumento del colesterol en la sangre, sí están presentes, pero en una cantidad más baja.
  • Por lo que se refiere a las vitaminas, el huevo tiene un elevado contenido en vitaminas del grupo B y también de vitamina A: dos huevos cubren casi una cuarta parte de la necesidad diaria recomendada.
  • En cuanto a los minerales, en el huevo prevalece el hierro (en una cantidad incluso comparable a la proporcionada por la carne), el calcio, el fósforo, el magnesio y el potasio.

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Recetas para introducir el pescado y el huevo

¿Te faltan ideas para introducir estos alimentos en la dieta del bebé? Te proponemos dos recetas, una a base de pescado y otra con huevo, para que puedas dárselas a tu bebé desde el inicio de la alimentación complementaria.

Papilla marinera

  • Preparar unos 250 ml de puré de verduras, a nuestra elección. 
  • Quitar la piel a un filete de lenguado y cocerlo al vapor durante unos 15 minutos. Eliminar todas las espinas, añadirlo al puré y tritutar todo.
  • Condimentar con una cucharadita de aceite de oliva virgen extra y servir.

Sémola sabrosísima

  • Hervir 200 ml de caldo de carne y añadir una o dos cucharadas de sémola en forma de lluvia, removiendo continuamente para evitar la formación de grumos.
  • Dejar cocer a fuego lento durante diez minutos. 
  • Añadir medio huevo cocido, bien chafado o triturado, y mezclar bien hasta obtener una crema homogénea.
  • Condimentar con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y servir.

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¿Has introducido ya el pescado y el huevo en la dieta de tu bebé? ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Tu hijo ha manifestado alguna reacción alérgica a estos alimentos? ¡Déjanos tu comentario!